Huayna Potosí: la montaña y el deseo



La lucha entre la razón y el deseo es la esencia de la vida. 


El Huayna Potosí (6.088 metros) es uno de los tres nevados más emblemáticos de Bolivia, junto al Illimani y el Sajama. De los tres, el Huayna es el que más cerca se encuentra de La Paz -sólo dos horas en vehículo hasta la represa de Zongo, donde comienza la ruta de subida-. Desde el refugio base se tardan unas dos/tres horas caminando al Campo Alto, ya por encima de los cinco mil metros. Allí es necesario pasar al menos una noche para aclimatarse a la altura, antes de iniciar el asalto a la cumbre del nevado. 



Sin embargo, al llegar al Campo Alto, nos resulta casi imposible contener las ganas de seguir adelante. La subida a la cumbre, marcada en la nieve inmaculada, atrae al montañero como un agujero negro o como la canción de una sirena blanca. 





Sabemos que no es aconsejable subir el Huayna en un día, sobre todo por lo imprevisible de la bajada. Aun así, sentimos una extraña excitación, combinada con una euforia hipóxica que nos hace olvidar la racionalidad, reprimida por el deseo de conquistar la montaña mágica, tal vez amante, tal vez traidora. Finalmente, apretamos los dientes y, en un arranque de sensatez, volvemos sobre nuestros pasos. En el camino, unas hojas de coca en la nieve renuevan nuestra silenciosa promesa.



 Huayna: regresaremos a conquistarte.


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