El amante japonés, de Isabel Allende


Hay que agradecer a Isabel Allende este hermoso mensaje de esperanza para la vejez.

En esencia, esta novela es la historia de un amor prohibido. El amor entre Alma Belasco, huérfana de judíos polacos adoptada por una rica familia de San Francisco, e Ichimei Fukuda, el hijo de su jardinero. 

El comienzo del libro, que nos relata la vida en un peculiar asilo, Lark House, es un canto optimista a la cara más amable de la ancianidad. Una vez establecido el escenario principal de la novela y su espectadora privilegiada, Irina, desfilan por las páginas del libro las familias de los protagonistas, unidos por el amor desde muy niños. 

Los Belasco y los Fukuda son sacudidos por la Historia, que hace desaparecer a los padres de Alma y lleva a la familia de Ichimei a un campo de concentración en EE.UU., creado para los japoneses después del ataque de Pearl Harbour. El amor entre Alma e Ichimei fluye, aparece y desaparece con el paso del tiempo, mientras Allende va introduciendo con habilidad las historias de los personajes secundarios, componiendo un puzzle que va dotando de sentido a la trama principal. La novela no alcanza la categoría de obra maestra porque la escritora no se atreve a abordar con fuerza la intensidad de los amores prohibidos y a veces, como en el caso de Irina, cae en un tremendismo exagerado. 

El desenlace del libro es previsible, pero no resta valor a las mejores partes, que dejan un poso dulce al finalizar esta novela crepuscular, rebosante de ternura.

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