Dedicado a mis hermanos de la Quinta, 25 años después de nuestra primera expedición, que todavía recuerdo como si hubiese sido ayer.
Nunca es tarde para soñar.
Al cumplir 40 años, decidí subir una cumbre de más de 5.000 metros de altura para honrar el aniversario de la Quinta, y la elegida fue el Pico Austria (5.328 msnm). El Austria se encuentra en un paraje fascinante, el macizo del Condoriri, a sólo dos horas en coche de La Paz, Bolivia.
El Pico Austria a la izquierda. A la derecha, la cabeza del Cóndor
La llegada al macizo es espectacular. Tomando un desvío de la carretera a Copacabana, se recorre un camino de tierra que atraviesa un paisaje lunar, habitado por llamas, alpacas y pequeñas comunidades aymaras, tan aisladas que sólo pueden ser herederas de las primeras tribus que llegaron a América procedentes de Asia Central.
Comunidad aymara
Huayna Potosí
Poco después de saludar al Huayna Potosí (6.088 msnm), comienza un trekking de tres horas, que cubre aproximadamente 900 metros de desnivel, cruzándonos con rebaños de llamas y simpáticas vizcachas, con la parada obligatoria de la laguna Chiar Khota.
Laguna Chiar Khota
Los últimos 300 metros hasta la cumbre son los más difíciles. No es cuestión de piernas ni de corazón: falta oxígeno para llenar los pulmones, que piden, desesperados, un respiro. Pero el corazón también empuja y, al llegar a la cumbre, el mundo parece cambiar. El Pico Austria es un vigía privilegiado de la mitad de Bolivia. A un lado se eleva el Huayna Potosí, retando al montañero, al igual que la Cabeza del Cóndor. Al otro, se extiende un Altiplano casi infinito, en el que el Titicaca parece un pequeño lago, y el Sajama (6.452 msnm) corta el horizonte a más de 200 km de distancia.
El Altiplano desde la cumbre del Austria
Allí, en lo alto, me doy cuenta de que estoy 518 metros por encima del Mont Blanc, el techo de Europa. Y allí, en la cumbre, me doy cuenta de que no hay edad para soñar. Es la ilusión lo que cuenta.
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