Caminando entre canguros


En Australia aún no se han roto por completo los vínculos entre el hombre y los animales. 



Los canguros de Innisfail, en Queensland, la costa Este australiana, puerta del Outbackse dejan acariciar, y comen confiados de la mano del viajero.



En Tasmania, la singular isla-reserva del sur australiano, el santuario de Bonorong recibe a los animales heridos, normalmente por atropellos. Mientras se recuperan, el santuario les sirve de refugio, y se convierte en un lugar excepcional para el viajero, que puede pasear libremente entre canguros que alcanzan los dos metros de altura, sin ninguna barrera que le separe de ellos.  




Caminar entre canguros, esta reliquia de la naturaleza, mezcla imposible de ciervos, roedores y conejos, nos transporta a un pasado remoto, en el que hombres y animales podían coexistir sin que los segundos huyesen de los primeros. Por unos momentos, esa interacción nos devuelve la fe en nosotros mismos, y nos hace pensar que la lucha por conservar la naturaleza aún no está perdida.

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