La casa de los azulejos-Zafra


La casa más hermosa de Zafra, la de los azulejos celestes, tiene la historia más triste.


Su dueño nos explica esa historia. Décadas atrás, su esposa se enamoró de la casa de los azulejos, y él trabajó duramente toda su vida para comprársela. Cuando por fin lo consiguieron, ella cayó presa del Alzheimer. 

El dueño nos invita a entrar, y distinguimos en el patio interior una mecedora en la que está sentada su mujer ausente. El dueño rompe a llorar. Cuesta asimilar que una casa tan hermosa guarde tanta tristeza. 


Salimos a la calle tratando de no perturbar aún más a nuestro inesperado anfitrión, y paseamos por Zafra la bella, llena de luz, de rincones, de caserones señoriales que ocultan otras historias antiguas...  


Y encontramos, como por arte de magia, una placa en honor a la gran poeta extremeña, Dulce Chacón, susurrándonos que "la noche se hace cada vez más pequeña, quizás no quepa la luna..."


No nos hemos ido de Zafra y ya queremos regresar para refugiarnos en alguna vieja casona, a caminar sin rumbo por sus callejas embrujadas y, por supuesto, a ver de nuevo, aunque sólo sea de reojo, esa casa de azulejos que nos recuerda la extraña hermandad entre tragedia y belleza.

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