Voces de Chernóbil: crónica eslava del horror

La literatura también existe para combatir el olvido de lo que no debe olvidarse.
  
El libro de Svetlana Alexievich es un paseo por un nuevo tipo de horror. Escuchando el coro de voces que refleja la escritora bielorrusa en sus páginas, el lector comprende la magnitud de la tragedia de Chernóbil, que fue silenciada por la Unión Soviética, y hasta hoy aparece disimulada en las páginas de la Historia.

Alexievich nos demuestra cómo Chernóbil fue un Holocausto nuclear en tiempos de paz, cuyos efectos perduran hasta nuestros días. El gran mérito de la narradora reside en la cantidad de perspectivas desde las que mira la tragedia, con una minuciosidad detectivesca y desgarrada.

Las voces de Chérnobil son las de las familias de los "liquidadores", héroes que acudieron a luchar contra la radiactividad, unos más conscientes de otros de que se encaminaban hacia una muerte terrible. Las voces de los niños. Las de los escépticos. Las de los realojados en otras ciudades, convertidos para siempre en "gente de Chernóbil". Las de quienes decidieron quedarse y aún no hay muerto. La más horrible, la de las madres cuyos hijos nacieron enfermos o deformes. Y la más sorprendente, la de los inmigrantes que llegaron a Chernóbil después de la explosión del reactor, huyendo de las guerras de Asia Central.

El libro es difícil, duro, brutal, y golpea sin piedad ni concesiones el alma del lector. Sin embargo, es un testimonio imprescindible, un mensaje al futuro que, por sí solo, merece el premio Nobel.   


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