Universo Murakami


A veces se nos olvida que la amistad es una forma de amor.

Un día, sin motivo aparente, los mejores amigos de Tsukuru Tazaki deciden dejar de hablar con él, negándose a explicarle el motivo. El protagonista arrastrará esa herida abierta, que casi le lleva al suicidio a los veinte años, hasta que decide averiguar qué ocurrió, impulsado por la mujer que ama.

Una vez más, Murakami nos introduce en su peculiar universo, regalándonos una reflexión sobre la importancia de la amistad en la juventud. El novelista llena el texto con personajes solitarios y salpica la trama con sus pequeñas obsesiones -música clásica, comida, sexo...- que le ayudan a construir una brillante narración. 

Al leer a Murakami, uno se pregunta si Japón es tal como lo él lo describe o si el escritor ha creado un universo propio dentro de su país. Los protagonistas de sus libros se parecen y son a la vez distintos, pero hay un denominador común en gran parte de su obra, por el que debería ganar de una vez el Nobel de Literatura: los mundos que se bifurcan. 

En su gran obra, 1Q84, Murakami elabora con maestría la presencia de dos mundos paralelos, simultáneos, que se han bifurcado en un momento imperceptible para sus protagonistas. En "Los años de peregrinación del chico sin color", coquetea con la existencia de esos mundos sin desarrollarlos, al mismo tiempo que nos provoca para que desenterremos nuestros propios recuerdos y reflexiones sobre la amistad juvenil. 

Como él mismo dice, refiriéndose a la amistad: "No todo desaparece con el paso del tiempo. En aquella época creíamos ciegamente en algo, éramos capaces de creer ciegamente en algo. Esa emoción no puede haberse desvanecido del todo".


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