Un país llamado Neruda



¿Qué fue antes, Chile o Neruda?

"Innumerable corazón del viento, latiendo sobre nuestro silencio enamorado".



Al recorrer las tres casas de Pablo Neruda en Chile y descubrir al poeta a través de sus huellas, uno intuye que su poderosa imaginación y su infinita capacidad de dominar las palabras fueron suficientes para crear un país.



Las tres casas tienen alma propia. En la Chascona, en Santiago, aún puede respirarse el amor de Matilde Urrutia, una de las amantes más legendarias de la literatura. En Isla Negra, el mar lo inunda todo, como en la obra del poeta. Y Valparaíso debe parte de su leyenda a las horas que Neruda pasaba contemplando el mar desde la Sebastiana. 

"Matilde, nombre de planta o piedra o vino, de lo que nace de la tierra y dura, palabra en cuyo crecimiento amanece, en cuyo estío estalla la luz de los limones". 

Camino por un Santiago moderno y sin alma, entre parques y hermosas plazas, buscando la casa de Neruda.

Catedral de Santiago de Chile
"En Italia te bautizaron Medusa por la encrespada y alta luz de tu cabellera. Yo te llamo Chascona mía y enmarañada: mi corazón conoce las puertas de tu pelo".

En la Chascona (que significa pelirroja, en alusión al pelo de Matilde) perviven los rescoldos de la época en la que Chile fue el centro del mundo, cuando se cruzaron los destinos de tres hombres que habían de pasar a la historia de distinta manera: Allende, Pinochet y Neruda. Neruda, enfermo de cáncer y dolor, apenas pudo sobrevivir doce días a Allende, y Matilde organizó el velatorio del poeta en la Chascona, que había sido el escenario de su amor, en un último desafío al nuevo régimen pinochetista que aborrecía al "comunista" Neruda.

Detalle de la Chascona
Hoy, La Chascona es un museo de juguetes, artilugios de todo tipo que el poeta recolectó en sus viajes por el mundo. Buscando la causa del alma traviesa de Neruda, con un punto infantil, pregunto a las personas que trabajan en la casa si el poeta tuvo descendencia, y me responden que no, al menos oficialmente. Se equivocan.

El primer matrimonio de Neruda fue con María Antonia Hagenaar, y de él nació una hija fallecida a los ocho años, cuando ya estaban separados. El inmenso silencio del poeta sobre este episodio explica en parte su afición por los juguetes y la profunda tristeza que prefirió conducir al olvido.

Hay otra faceta de Neruda acerca de la cual no se ha hecho mucho hincapié: la de viajero. El poeta vivió en sitios tan inverosímiles para un chileno de su época como Birmania, Sri Lanka, Java y Singapur, además de Buenos Aires, París, Madrid, Barcelona, París, México y Capri. En la mayoría de esos destinos, Neruda era el cónsul de Chile. Realmente, envidio su trabajo. No creo que le ocupase mucho tiempo la tramitación de visados de ciudadanos de Sri Lanka, Birmania y Singapur que quisieran viajar a Chile en aquella época. 


Neruda viajó a Checoslovaquia, la Unión Soviética, Polonia, Hungría, Rumanía, India, Italia, la RDA y Guatemala, entre otros países. En la Sebastiana observo sorprendido un vídeo que narra el encuentro de Neruda con aborígenes de Isla de Pascua, y descubro en esta casa, al igual que en las otras, un muestrario inagotable de recuerdos de sus viajes. Mi objeto favorito, en La Chascona, es una mesa con cuatro sillas de un café parisino de principios del siglo XX.

"Ya me veo olvidado como estas viejas anclas. Son más tristes los muelles cuando atraca la tarde"

La Sebastiana
La Sebastiana, en Valparaíso, domina uno de los cerros que rodean la bahía del que fue uno de los mayores puertos del mundo. Trenes de cremallera-funiculares recorren esos cerros imposibles e inconquistables de cuestas vertiginosas, como las escaleras de la casa del poeta. Y, desde sus ventanales, todos orientados al mar, el Pacífico y las faldas de los cerros de Valpo proporcionan una fuente de inspiración inagotable.

Valparaíso desde la Sebastiana
"Amo, Valparaíso, cuanto encierras y cuando irradias, novia del océano"

Valparaíso
Isla Negra, plagada de sirenas y mascarones de proa, está al borde del Pacífico, y da la sensación de ser una casa flotante que las olas hubiesen arrojado a la orilla. De las tres, es la más singular y la más hermosa, un barco varado en Chile para satisfacción de Neruda.

El Pacífico desde Isla Negra
Casa de Neruda en Isla Negra
A pocos kilómetros de la casa hay un restaurante que regenta Charo Canelas. Amiga de Neruda y Allende, regalo inesperado de la historia reciente, canta Gracias a la Vida de Violeta Parra, otra de las protagonistas de los años legendarios de Chile, truncados por un Golpe de Estado que estremeció al mundo.

"Puedo escribir los versos más tristes esta noche. Pensar que no la tengo. Sentir que la he perdido. Oír la noche inmensa, más inmensa sin ella. Y el verso cae al alma como al pasto el rocío".

Al irme de Chile y me llevo conmigo un pedacito de alma del poeta, grande como un continente. Y mientras el avión recorre la interminable playa chilena hacia el norte, se me ocurre que tal vez, algún día, pueda seguir las huellas que dejó el poeta en distintos lugares del mundo y así descubrir por completo ese país llamado Neruda.

"Y hambriento vengo y voy olfateando el crepúsculo buscándote, buscando tu corazón caliente, como un puma en la soledad de Quiltratúe".


Con eterna gratitud para mi maestro y amigo Pancho.


2 comentarios:

  1. Maravillada estoy. Desconocía la faceta viajera de Neruda, gracias por mostrárnoslo.
    En pocos días espero sentir la poesía del país de Neruda.
    Saludos!

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  2. Hermoso relato hermano. Está cada vez más claro que en tu corazón de poeta prófugo caben más de un millón de historias por contar. Gracias por traernos a la memoria las andanzas de Neruda, y su mundo a tras luz desde las ventanas de sus casas

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