La Vieja Montaña, Machu Picchu



Un siglo después de su descubrimiento, Machu Picchu sigue siendo un misterio. 


Desde Cuzco, el tren tarda tres horas en llegar hasta la antigua Aguas Calientes, hoy rebautizada como Machu Picchu, siguiendo el curso del río Urubamba. Después, un autobús lleva al viajero hasta la ciudad-santuario, encajonada entre la vieja montaña (Machu Picchu) y la montaña joven (Huayna Picchu).




Lo que dispara la imaginación del viajero no son las ruinas, sino su emplazamiento. Los pobladores de la zona conocían la ciudad abandonada y cubierta de selva, pero fue el norteamericano Hiram Bingham, que la encontró accidentalmente mientras buscaba El Dorado, quien se quedó con el crédito de haberla mostrado al mundo.
Machu Picchu, la ciudad, era un santuario religioso que el inca (el emperador) visitaba un par de veces al año. No está clara la razón de su abandono. Según se cree, la civilización inca destruyó sus propios caminos para evitar que los españoles los utilizasen en su conquista. Y, llevándose con ellos el oro (la sangre del sol) y la plata (la sangre de la luna), se perdieron para siempre en una ciudad secreta en la selva. 

Juan de Betanzos, una figura relativamente anónima en la conquista de América, fue el cronista de Francisco Pizarro, y el primer español que consiguió aprender el idioma de la región (quechua), casándose con una princesa local. Ella fue quien le habló de la ciudad secreta inca, Vilcabamba la Vieja, llena de tesoros y emparentada con la leyenda de El Dorado.
Ésa es una de las explicaciones oficiales de la historia de Machu Picchu. Sin embargo, no resulta  del todo convincente. Algo en la ciudad y en sus alrededores sugiere que aún quedan muchos, demasiados, misterios por descifrar, incluso ruinas en la selva que siguen descubriéndose a día de hoy, sin que los arqueólogos dispongan de todas las claves para comprenderlas adecuadamente.

El secreto está en el lenguaje. Ninguno de los idiomas de los Andes, el quechua y el aymara, tenía forma escrita, y las tradiciones orales hicieron que la historia y la leyenda se entremezclasen. Hoy, nadie ha conseguido descifrar por completo el único lenguaje no verbal de estas culturas: el lenguaje de los nudos. Probablemente, el día en que alguien logre descifrar los símbolos de los antiguos, reescribamos la historia de la Vieja América y, entre otras cosas, comprendamos por fin los secretos de Machu Picchu. 

Mientras tanto, seguirán perdidos entre la niebla.

1 comentario:

  1. Comentarios que ensalzan la belleza de una maravilla del
    Mundo enclavada entre una naturaleza mágica !! No dudéis en ir

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