Rurrenabaque y el precio del paraíso


Un lugar en la Amazonía boliviana.


Antonio García Barón, español superviviente de la guerra civil y del campo de concentración nazi de Mauthausen, llegó al remoto Rurrenabaque en los años 50 huyendo de una civilización que había aprendido a detestar. Allí se casó, tuvo familia y fundó su propio Estado, la República del Quiquibey.
Cuarenta años después, el mítico Manuel Leguineche viajó a la remota Amazonía en su busca. Con muchas dificultades, consiguió convencer a Antonio para que le contase su historia, que el periodista recogió en El Precio del Paraíso, un libro que leí muchos años antes de imaginar que viajaría a Bolivia.
Antonio Garcia Baron
Antonio García Barón
En el siglo XXI, Antonio, ya "cuto" -manco- del brazo derecho, que quedó atrapado en una trampa de caza, decidió pasar sus últimos años en San Buenaventura, frente a RurrenabaqueSeis años después de su muerte, tras aterrizar en uno de los aeropuertos más básicos de Bolivia, mientras camino por las mismas calles que Antonio, comprendo por qué el español quiso quedarse en esta tierra.
Aeropuerto de Rurrenabaque



















El calor, las sonrisas de sus habitantes, los loros amaestrados, las moto-taxis, la barca que cruza a Buenaventura, el paseo por la orilla del río Beni...

Rurrenabaque es el lugar en el que el tiempo se detiene y la vida se convierte en un dulce pasar de los días, probablemente lo que buscaba Antonio García Barón, la versión española del Kurtz del Corazón de las tinieblas. Aunque, a diferencia de Kurtz, Antonio llegó a Rurrenabaque huyendo del horror. 




1 comentario:

  1. Tú no te quedarás en ningún lado, tú destino es errar...

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