Probablemente hayan existido pocas familias tan particulares como los Ertl.
El padre, Hans, un destacado fotógrafo del régimen nazi, huyó con su familia a Sudamérica después de la derrota de Alemania. Instalado en Bolivia, se dedicó a buscar sin éxito la ciudad perdida de los incas, el Paitití, en la región amazónica del país.
Una de las tres hijas de Hans, Monika, pasaría a la posteridad como la vengadora del Ché Guevara. A finales de los años sesenta, Monika Ertl se enroló en la guerrilla comunista boliviana. Tras la muerte del Ché en Vallegrande, uno de sus responsables, el coronel Toto Quintanilla, fue nombrado cónsul de Bolivia en Hamburgo para evitar que le alcanzase la venganza. No lo consiguió. Aprovechando su conocimiento del alemán, Monika Ertl viajó hasta Hamburgo para matarlo a tiros dentro del mismo consulado.
Con estos elementos históricos, Rodrigo Hasbún construye una novela coral e intimista, donde la protagonista es la familia Ertl en conjunto. Si bien el resultado final resulta algo corto, la novela es brillante, y produce en el lector el deseo de continuar investigando por su cuenta, abriéndole las puertas del alma de los Ertl y de todos los condicionantes históricos que rodearon a la familia, desde Hitler al Ché Guevara.
Hasbún es especialmente hábil en el manejo de lo que que no dice, en jugar con los saltos temporales, y también en explorar las motivaciones de unos personajes que incluso serían poco creíbles si no hubiesen existido en realidad. Después de terminar Los afectos, el lector sentirá un cosquilleo que tal vez le impulse a soñar con la búsqueda del Paitití o con viajar tras lo que queda de los Ertl, una historia tan cercana que casi puede tocarse con las manos.
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