La ciudad oasis



Palmeras en el desierto. 



Al sur de Túnez, agazapada en la frontera con Argelia, descubro una ciudad llamada Tozeur, tan bella como enigmática. 

Llego a la ciudad oasis después de un viaje de tren interminable desde la capital de Túnez, a través de un paisaje de olivos, desiertos y dromedarios. Un desconocido con el que entablo conversación me regala una caja de dátiles en el vagón. Y, al descender del tren, siento el escalofrío que me producen todas las ciudades del mundo islámico cuando ya ha anochecido.

En Tozeur descubro el misterio de la vida: el agua en el desierto. La medina, pequeña y bonita, está construida en un oasis, al borde del desierto de sal de Chott el Jerid. Tanto la ciudad como sus alrededores han sido utilizados para rodar escenas de las películas de Indiana Jones, Star Wars y el Paciente Inglés, y en sus carreteras aún permanecen frescas las huellas del general nazi Rommel, el zorro del desierto. 


 

Junto a la ciudad vieja se encuentra el palmeral de Tozeur, legendario por sus dátiles, una explosión verde entre la arena. Caminar por él es salir por unas horas del mundo, internarse en la fantasía que el viajero elija. 



Más allá de la ciudad, el desierto ofrece formaciones fantásticas que servirán para que la imaginación explote. Cañones, bosques de palmeras en mitad de la nada, oasis maravillosos como el de Tamerza, ciudades abandonadas...





Únicamente al regresar a Tozeur, cuando consiga desenamorarse del desierto, el viajero entenderá el verdadero significado de la palabra oasis.





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