Elefante marino macho rodeado por sus hembras y sus crías (negras) |
En las playas de Península Valdés, Argentina, hay una abundante colonia de elefantes marinos, tirados todo el día en la playa sin nada que hacer (o eso parece). Se trata de unos mamíferos que pueden alcanzar 6 metros de longitud y 4 toneladas de peso -8 veces lo que pesa un toro de lidia- extremadamente torpes en tierra y excelentes buceadores en el agua. Pero cuando uno los observa con detenimiento, se da cuenta de que su felicidad es sólo aparente, porque su vida sexual lo condiciona todo.
Playas de Península Valdés abarrotada de elefantes marinos |
La parte crucial de la vida del elefante marino se desarrolla sobre la arena de las playas. Allí, el macho dominante se rodea de un harén de hembras con sus crías y se dedica a copular y a espantar los otros machos que intentan arrebatarle a sus esposas. Mientras tanto, los machos solitarios merodean alrededor del harén, arrastrando sus toneladas sobre la arena, tratando de conseguir alguna cópula furtiva. El macho dominante jamás consigue relajarse, obligado cada cierto tiempo a lanzar espectaculares gruñidos o arrastrarse a su vez para intimidar a los intrusos. Y la parte que peor lo pasa es la pobre hembra, que mide y pesa la mitad de los machos y corre un riesgo permanente de ser aplastada en plena cópula.
En rojo, el macho dominante. En blanco, los seductores abocados al onanismo |
No es extraño que estemos en Argentina, tierra de playboys y seductores nocturnos; lo que ocurre es probablemente similar a lo que pasaría en una discoteca de Buenos Aires. Los machos solitarios, hartos de su vida onanista, jamás descansan en sus intentos de seducción. El dominante, pese a encontrarse agotado por los placeres de la cópula, es incapaz de ser solidario en el amor con los demás elefantes. En realidad, ambos invitan a la reflexión acerca de las bondades de tener un harén...
Un breve momento de paz para el macho dominante |
Me hacen recordar la vida sexual del reno. Durante la época de reproducción en Finlandia, los renos machos pelean entre sí hasta que uno resulta vencedor. El reno dominante está obligado biológicamente a copular con todas las hembras en una distancia de aproximadamente 100 km. No es difícil deducir que al cabo de un año, el reno ya no puede más. Sus cuernos -que están llenos de sangre- disminuyen hasta desaparecer, y el reno termina muriendo de agotamiento.
Trasladémonos al mundo de los hombres. ¿Qué es mejor, ser reno dominante y cubrir a todas las hembras en 100 km y morir en un año, o ser un humilde reno solitario, abocado al onanismo y a una larga vida? ¿Qué resulta preferible, ser un elefante marino dominante y pasarse los días evitando que otros disminuyan su harén, o un elefante aventurero, a la caza de una cópula rápida y sin compromiso, que le permita pasar el resto del tiempo tostándose al sol sin mayores preocupaciones?
Que cada cual saque sus propias conclusiones...
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