La luz de Kairuán es eterna y mágica.
He llegado a la ciudad santa la noche anterior, tras atravesar un Túnez misterioso de arena, sal, palmeras, chilabas, dromedarios y corderos. La oscuridad de Kairuán es inquietante, y camino rápido hasta llegar al hotel La Kasbah, que resulta ser un palacio inesperado. Y, a la mañana siguiente, trepando por los muros de la medina, llega la luz...
... la misma luz que fascinó al pintor Paul Klee, quien, según él mismo dejo escrito, terminó de convertirse en pintor al visitar Túnez.
Ante las puertas de Kairuán, de Paul Klee |
La luz de Kairuán desprende un halo de espiritualidad. No resulta sorprendente que, pese a no estar ubicada en un emplazamiento estratégico, Kairuán sea la cuarta ciudad santa para los musulmanes sunnitas (junto con La Meca, Medina y Jerusalén), y albergue el santuario más antiguo del Occidente Musulmán.
La Gran Mezquita, ejemplo de armonía, vale por sí sola la visita a Kairuán, y provoca en el peregrino la tentación de postrarse ante el Dios que ha inspirado su construcción.
La medina de Kairuán también seduce al viajero, conduciéndolo por las calles de un Islam espiritual, diferente, antiguo; no es casual que la entrada a la ciudad estuviese prohibida a los no musulmanes hasta 1881.
La medina de Kairuán también seduce al viajero, conduciéndolo por las calles de un Islam espiritual, diferente, antiguo; no es casual que la entrada a la ciudad estuviese prohibida a los no musulmanes hasta 1881.
Una curiosidad para viajeros cinéfilos: las escenas de El Cairo en la película de Indiana Jones "En busca del Arca Perdida" fueron rodadas en Kairuán. Pero más allá de la fascinación visual que sintieron pintores y cineastas, la ciudad sigue siendo sobre todo una explosión de fe.
En esta época oscura en la que los fanáticos quieren adueñarse de la imagen del Islam, pasear por Kairuán sigue siendo un recordatorio de la santidad de la religión de Mahoma, en una ciudad que aún sigue impregnada de devoción a la divinidad, y en la que el gesto instintivo del viajero es llevarse la mano al pecho en señal de respeto.
Es imposible olvidar un amanecer sobre la ciudad santa del Magreb.
Es imposible olvidar un amanecer sobre la ciudad santa del Magreb.
Los países árabes son una de mis debilidades, he disfrutado mucho la lectura, espero que pronto todos los musulmanes disfruten de amaneceres como los de Kairuán.
ResponderEliminarMuchas gracias por tu comentario, Iciar, coincido contigo, pretendo recuperar varios viajes que hice al mundo islámico para contribuir a evitar la demonización de su gente.
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